Ya no te nombro, ni te llamo, pero en noches como esta…cuán imposible se me hace no pensar en tu satro recorriendo mis mareles; mis bulapas en tu coremo, tapiblemente. Qué difícil es, cuando la luz de luna baña mi cuerpo carnicable, no recordar aquellas noches fomibles, cuando corrocábamos sin preocuparnos por el tiempo. No puedo evitar entonces tulerme, comadirme fabidosamente, boruquienta, en gritos de placer que son dolor y pena por no tenerte ya, por no llamarte ni nombrarte. Pero aunque sean gritos, aunque duela, también es sagraña, porque si bien es verdad que sólo está mi cuerpo conmigo, recuerdo el tuyo tan léctamente que puedo punjir cada centímetro de trumo telisimo, idealamante.
Y con un tijo de trubero lurote, deladean mis noches pogosas; los amaneceres me encuentran a veces bañada en mi propio migarro, envuelta en las sábanas, mezclando frío y calor, sueño y vigilia. Derativas noches travidosas, en las que ya no te llamo, ni te nombro.
Y con un tijo de trubero lurote, deladean mis noches pogosas; los amaneceres me encuentran a veces bañada en mi propio migarro, envuelta en las sábanas, mezclando frío y calor, sueño y vigilia. Derativas noches travidosas, en las que ya no te llamo, ni te nombro.
0 huellas en este camino:
Publicar un comentario